
Los damascos o albaricoques son exquisitos. Es una fruta que asocio al verano, me parece melosa, suave y que no me puede faltar en esta temporada. Esta receta se la dedico con mucho cariño a Núria, ya que el día que la preparé estaba en el chat con ella. Le contaba que había estado de cumpleaños y por ese motivo la había hecho. En realidad evito tanto dulce a menudo y sobre todo una receta grande, pero era una ocasión que lo ameritaba. Mientras le comentaba a Núria sobre esta tarta le decía tambien que aquí en Suiza no se tienen en general amigos, no existe esa reunión donde te juntas a conversar, no viene gente a tu casa, etc. Me di cuenta que mientras le contaba esto, ella había sentido una pena bastante grande, a lo cual le dije que no, que en realidad estamos acostumbrados a ello y es que somos una pareja bastante particular que disfruta mucho de los momentos en solitario que compartimos juntos.
Esa tarde, sorpresivamente tuve visitas en casa y la tarta desapareció en un par de segundos y yo que estaba preocupada de que un dulce tan grande sería mucho para dos personas. De seguro esos amigos me los envió Núria ;-).
Para un molde de 26 cms, necesitamos:
1 base de masa quebrada
600 grs apróx. de albaricoques (o suficientes para cubrir la tarta)
jugo de 1 limón
75 grs de azúcar
1 cucharadita de maicena
1 cucharada de licor de damascos (u otro alcohol frutado)
125 ml de agua
Crema:
1 vaina de vainilla
2 cucharadas de azúcar
3 huevos
1 cucharada de harina
4 dl de leche
Precalentar el horno a 200°. Extender la masa sobre un molde enmantecado y enharinado, pinchar, con un tenedor la masa por todos lados. Luego colocar encima un trozo circular de papel de horno y sobre éste unas legumbres para que hagan peso. Cortar los restos de masa sobrante como indica la foto.

Hornear por 1o minutos. Luego sacar y retirar las legumbres y el papel y llevar nuevamente al horno por 8 minutos mas. Una vez listo dejar enfriar y reservar.
Preparamos la crema, abriendo la vaina de vainilla a lo largo y retirando el interior, el cual mezclaremos con el azúcar, huevos y harina, todo con un poco de la leche para integrar bien hasta disolver la harina y que no haya grumos, si esto pasase colar.
El resto de la leche se lleva a calentar junto con la cáscara de la vainilla. Esto no debe llegar a hervir, una vez caliente sacamos un par de cucharadas de la leche y la agregamos a nuestra anterior mezcla, así la iremos temperando y los huevos no se cortarán. Luego volcaremos todo dentro de la leche caliente y revolveremos continuamente hasta ver el primer soplo, en ese momento retirar y dejar enfriar totalmente.
Ahora cortaremos por la mitad nuestros albaricoques y sacaremos cuidadosamente la semilla. Se colocan en una olla amplia con la parte cortada hacia abajo, se agrega el jugo de limón, azúcar y agua, se tapa y se lleva a hervir. Dejar en ebullición por 3 minutos y apagar. Se retiran los albaricoques con ayuda de una espumadera y se dejan secar sobre papel de cocina. El jugo que ha quedado se reserva.

La masa quebrada se pone sobre un plato y se coloca sobre ésta la crema de vainilla, alisamos bien. Los damascos se colocan enseguida con la parte cortada hacia abajo.
Se mezcla, en una ollita, la maicena con el licor y se agrega el jugo que hemos reservado, se calienta hasta que hierva, se tira encima de la fruta de forma inmediata.

Dejar enfriar y servir hasta el día siguiente, a no ser que recibas visitas inesperadas y debas partirla de inmediato.

Estaba divina, que la disfrútes!